Cábala y Mística Judía por Israel Gutwirth.

Uno de los preceptos mas importantes que involucra la mayor parte de nuestra vida religiosa es el que se menciona en Deuteronomio X, 12: “Servirás a D—s con todo el corazón.” De aquí surge la validación de rezar que figura en la Torá.
El Rambam considera que el rezo es una obligación que figura en la Torá. El Rambam (Rabí Moshé Ben Najman), por otra parte, considera que sólo para un caso de emergencia figura como obligación en la Torá.
La plegaria desempeñó siempre un papel importante en la vida del pueblo judío. Es la forma en la que el ser humano le habla al Creador, así como un niño le habla a su padre. Durante los milenios que el judío vivió en la Diáspora, plagados de sufrimientos y persecuciones, la plegaria desempeñó un papel importante pues fue la comunión espiritual que nutrió a los judíos y les insufló la fuerza necesaria para subsistir hasta el presente.

Nuestros sabios consideraron a la plegaria como el elogio que el judío le hace a D—s por las mercedes que Éste le concede al hombre. Lo esencial “es fijar un orden en el elogio al Señor, bendito sea.”
Los cabalistas lo explicaban de manera diferente, sosteniendo que lo importante de la plegaria es la intención, comprender el sentido de los vocablos que aparecen en ella, ya que, según ellos, si un hombre no capta la intención de la oración, es como si no rezara.
El Besht sostenía que D—s está en todas partes y muy cerca del hombre, y que a través de la plegaria se puede llegar a Él con solo ser honesto y sincero.
Es así que cuentan que gente muy simple, con frecuencia analfabeta, lograba que sus rezos fueran escuchados en los cielos.
El Besht (fundador del Jasidismo) y sus discípulos hasta permitieron a los feligreses en idish para que sus oraciones fueran más espontáneas y sentidas.
Algunos guías espirituales del Jasidismo como Rabí Leví Itzjak Berdichever y Rabí Najmán Bratzlever conversaban con Dios en idish. La conocida plegaría cuyas primeras palabras son “Dios de Abraham …”, pronunciada por las mujeres durante la Haudalá (ceremonia de finalización del Shabat y comienzo de la semana) fue escrita por Rabí Leví Itzjak Berdichever en idish. Es una conmovedora plegaria que las mujeres piadosas, nuestras madres y abuelas, pronuncian la noche del sábado cuando aparecen las primeras estrellas. Cuando un grupo de judías rogó al Jafetz Jaím que las bendijera con “hijos, salud y sustento”, este les contestó: “Rogad vosotras mismas al Padre Eterno que es vuestro Creador como lo es mío, y no busquéis los términos de las plegarias formales. Habladle en idish, la lengua más cercana a vuestros afectos. El Señor quiere que se le ruegue y se le exija en la lengua del corazón, transida de lágrimas.”
En la Biblia se mencionan con frecuencia que las plegarias de nuestros antepasados elevaban al Señor. Abraham le imploró por la salvación de Sodoma, Isaac rogó para que Rebeca dejara de ser estéril y Jacob lo hizo para librarse de la brutalidad de su hermano Esaú. Moisés imploró al Señor que perdonara la rebeldía de los judíos contra Él y también intercedió por la salud de su hermana Miriam, gravemente enferma por haber pecado al blasfemar contra Moisés. Josué rezó para lograr el triunfo frente a sus enemigos y lo mismo hizo el Profeta Samuel por la unidad de las tribus. El Rey David compuso hermosas plegarias: el libro de los Salmos esta lleno de ruegos al Señor. El Rey Salomón pronunció hermosas oraciones durante la inauguración del Gran Templo y otro tanto hizo Jonás desde el vientre de la ballena. El rey Jizkiahu rezó durante su enfermedad para que D–s le concediera vida y lo propio hizo Daniel pidiendo la redención de los judíos del cautiverio de Babilonia. También Esdras y Nehemías elevaron sus plegarias cuando salieron de Babilonia hacia Israel.
Servir a D–s con alma y vida, eso es rezar.
Rabí Israel Salanter, creador del movimiento “Musar” (moral) solía afirmar:
“En la Torá es D—s quien le habla al hombre y en la plegaria es el hombre quien le habla a D—s.”
Más adelante los Jasidim sostuvieron que lo esencial de la plegaria es la comunión con D—s y el éxtasis, y para lograrlo rezaban en aislamiento, y así se veía a los jasidim de Kotzk deambular por la sinagoga de un extremo al otro, tratando de purificar sus pensamientos, y era frecuente que el Rabí de Kotzk pronunciara sus oraciones regulares muy a deshora.
Los Jasidim de Belz en cambio, consideraban que la mejor manera de alejar los malos pensamientos era rezar rápidamente para no alcanzar a pensar en otras cosas. Por eso se los caracterizó diciendo que rezaban con la rapidez de un tren expreso.
La plegaria “Shmoné Esré” fue introducida en Iavne, después de la destrucción del Segundo Templo, por el Nasí Rabí Gamliel.
El Ramban sostiene que en la antigüedad era de rigor rezar siquiera una vez por día, pero los miembros de la Gran Asamblea fijaron que los rezos deberían elevarse al Señor tres veces por día.
A través del tiempo proliferaron las plegarias: cuanto más dura era la vida en la Diáspora, tantas más plegarias se componían. Cada generación agregó algo al libro de las plegarias. Los judíos rogaban a D—s por la redención y abrigaban la esperanza de que sus rezos fueran escuchados en el Cielo. Esto persistió hasta la aparición de Rabí Amram Gaón, director de una Ieshivá en babilonia, quien introdujo cierto orden en el ritual de oraciones. Eligió las más importantes y las reunió en un libro especial. Ha sido Rabí Amram Gaón, aproximadamente a principios del siglo IX. Esta colección no se llamó “Sidur” sino “Cien Plegarias”. También hay un sidur de Rabí Saadiá Gaón, del año 940 aproximadamente, un sidur de Rabí Rashí, Rabí Shlomó Vitri.

Antiguamente, cada personalidad consideraba de rigor publicar una colección de plegarias conocidas a las que se agregaban otras nuevas. Hay un sidur del Rambam que aparece en su Mishné Torá. Surgieron luego numerosas colecciones de plegarias. Los sidurim se clasificaron según los diferentes estilos y los poblados y países donde se originaron. Los hubo de estilo sefaradí, ashkenazí, polaco, rumano y mucho más.
Al surgir la Cábala se sumaron nuevos sidurim que la incluyeron. Entre ellos el Arí con distintas letanías y bendiciones.
Aparecieron sidurim con todos los salmos, capítulos y Hoshanot, como también sidurim con lecturas de la Torá. Otros contenían comentarios, leyes. Hay entre ellos sidurim de Rabí Jacob Emden, Rabí Jacob Liser, el Gaón de Vilna, el de Liubavich, el del Rambam y el famosísimo libro de plegarias para mujeres denominado Korbán Minjá.