Síntesis del Cap. XL, Fín de un Mundo, El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos por R. Guénon.

En relación al título de este Capítulo, y al uso de la palabra «fin» en el mismo, es importante destacar, como un previo, que «fin» es aquí un término antónimo a «comienzo», es decir que Guénon coloca en el contexto de LOS CICLOS, que tienen COMIENZO, FIN y RECOMIENZO repetitivo, y, principalmente en el contexto de LOS CICLOS COSMICOS como el «MANVANTARA» de la Tradición Hindú.

Se encuentra también la expresión «un mundo», a distinguirse del «fin del mundo» gracias a las explicaciones subsiguientes. Un objetivo declarado  para aclarar esta distinción, es el evitar terrores exagerados e injustificados que, una perspectiva limitada o estrechez de punto de vista, hace nacer en aquellos que no están suficientemente desapegados de LA EXISTENCIA TERRESTRE.

La noción de «fines del mundo», es accesible a los individuos capaces de una perspectiva más amplia, fines del mundo que tienen diversos ciclos de duración, y que pueden ser considerados sub-ciclos de ciclos de mayor duración desde su COMIENZO hasta su FIN, incluyendo los sub-ciclos de UN MANVANTARA MISMO.

Esos «fines del mundo», son de importancia muy desigual, como también lo son los ciclos a los cuales esos «fines» se refieren.

Aclara Guénon, que ese «fin de un mundo», del título, tema de este Capítulo FINAL, se refiere al fin de UN MANVANTARA TODO ENTERO, y que «su ciclo» cubre la existencia temporal de UNA HUMANIDAD, y que ESE FIN, el cual NO se refiere al fin del mundo terrestre mismo, puesto que en ese momento último, ES EL FIN MISMO que devendrá inmediatamente en  EL COMIENZO DE OTRO MANVANTARA.

Guénon describe la «barrera»  que separa nuestro ACTUAL Manvantara, cuya «edad de oro» está en SU  PASADO, del Manvantara DEL PORVENIR, cuya “edad de oro» está en EL FUTURO DE ESE MANVANTARA DEL PORVENIR.

Este Manvantara DEL PORVENIR va a ser habitado por una HUMANIDAD DISTINTA de la actual de modo que anunciar la próxima venida de una «nueva era», como refiriéndola  A ESTA HUMANIDAD, es incurrir en un grave error, y, el máximo grado de este error, va a ser el cometido por el Anticristo mismo, quien va A PRETENDER hacer pasar la «edad de oro futuro» por lo que en realidad va a ser EL REINO DE LA CONTRAINICIACION, Reino al que se va  A DAR LA APARIENCIA o “contrahechura» (que significa originalmente «falsificación»), DEL «SANCTUM REGNUM» (del que habla el Nuevo Testamento, como el Reino que vendría el advenimiento glorioso de Jesucristo «al final de los tiempos»), que es una idea TRADICIONAL por excelencia.

Guénon nos alerta acerca de las «pseudotradiciones», que a pesar de ser solo «prefiguraciones» muy parciales y muy débiles de  LA «CONTRATRADICION», tienden inconscientemente a prepararla más directamente que cualquier otra cosa, y en las que las concepciones «evolucionistas» y «progresistas» desempeñan un papel preponderante.

Los representantes terrenales de la contrainiciacion, que deben distinguirse de los «profanos» a quienes embaucan, están orientados únicamente hacia LA DISOLUCION, incapaces de franquear la «barrera» descrita al comienzo, y Guénon sugiere la posibilidad de UNA VOLUNTAD que LES REBASA, y que ellos ignoran por eso mismo, estando inevitablemente subordinados A DICHA VOLUNTAD. Si bien estos representantes pueden alcanzar un conocimiento de las posibilidades del «MUNDO INTERMEDIARIO», tales conocimientos van a estar irremediablemente  FALSEADOS POR LA AUSENCIA DEL ESPIRITU en los mismos, y sin EL ESPIRITU, estos representantes NO PUEDEN darles su verdadero sentido, y, sin embargo, al no saberlo, ellos se dedican a lanzar al mundo de las ideas, palabras que engañan deliberadamente a su público, tales como «evolución» o «progreso».

Su creencia de que puedan oponerse al Espíritu, TAL COMO ESTE se manifiesta en toda tradición normal y regular, constituyendo ellos así UNA «CONTRAINICIACIÓN», es ILUSORIA, y el Anticristo va a ser el más ilusionado de todos los seres.

Guénon concluye haciendo unas consideraciones acerca del «dualismo», el cual, partiendo DE LA NEGACIÓN de LA UNIDAD SUPREMA,  Unidad considerada por todas las tradiciones, AFIRMA UN DUALISMO IRREDUCTIBLE entre el «Bien» y el «Mal», al no poder resolver la dualidad, que si se presenta en la manifestación, reduciéndola a un principio único y superior. 

Los términos «benéfico» y «maléfico», como los de «vida» y «muerte», son esencialmente CORRELATIVOS al condicionamiento de TODA EXISTENCIA contingente, siendo el aspecto «maléfico» solo una ilusión inherente a la «separatividad», y así, «el fin de un mundo» NO ES y no puede ser nunca OTRA COSA QUE EL FIN DE UNA ILUSIÓN. René Guénon.

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