
«El Sol da luz a todas las cosas con sus propias reservas, y efectúa una copiosa distribución no sólo en el cielo y en el aire sino también sobre la tierra, y en lo más profundo del abismo.» (Cornelius Agrippa von Nettesheim)
Para los Occidentales que se interesan por conocimientos esotéricos e iniciáticos Tradicionales, y que comprenden que «Tradición» y «Transmisión» resultan sinónimos en ese contexto de conocimientos, suele ser familiar también que la Qabbalah hebrea es una de las formas codificadas en que se ha conservado la Tradición Primordial.
Dicha «codificación» utiliza en forma esencial al alfabeto hebreo con sus correspondencias numéricas, para que, con el uso de ciertas claves, los textos hebreos tales como el Yetzirah, la Torah dada por Moisés y el Zohar, los iniciados descubran el sentido secreto que esos escritos encierran y que se refieren a mundos suprasensibles, es decir, no accesibles a los cinco sentidos ordinarios, mundos para los cuales solo el simbolismo, interiorizado adecuadamente, y con técnicas meditativas, permite una «intuición intelectual, suprarracional» a quienes acceden a una tal praxis guiada por un Maestro Qabbalista.
Hasta épocas muy recientes, esta «codificación hebrea» se ha mantenido a través de «cadenas» Maestro-Discípulo pero cerradas para los no judíos. A pesar de un secretismo bastante riguroso, ocasionalmente algunas cosas se han transmitido a no judíos, por ejemplo viene a la mente el caso de Agrippa, a quien se le diera a conocer los 72 Nombres trilíteros de Dios con la regla para descodificarlos de Éxodo XIV, versículos, 19, 20 y 21.
Otra revelación parcial se manifiesta más tarde en 1717, cuando iniciación de oficio que venía transmitiendo la Masonería a los que se ocupaban del arte u oficio de la Construcción solamente, fue reformada para admitir candidatos cualificados de otras maneras, profesionales, miembros de la nobleza inglesa, y miembros NO CRISTIANOS, en particular judíos, y, según el Gran Maestro Robert Ambelain narra en «El secreto masónico», en esta reforma hubo de jugar un papel muy importante Falk Shek, un judío de quien se dice que era el «EXILARCA» del momento. Sin discutir las motivaciones subyacentes a este hecho histórico, el resultado fue que los nuevos Rituales para los tres primeros grados masónicos que fueron adoptados en 1717, y mantenidos después por la Gran Logia Unida de Inglaterra, quedaron con una marcada influencia , tanto del simbolismo del Templo de Salomón con sus tres cámaras y dos columnas de bronce, como del simbolismo del árbol sefirotico con sus diez sefirot diagramadas según tres «pilares» a lo largo del Templo para ubicar las posiciones de los Oficiales más importantes.
Igualmente, en Charleston, USA, cuando se constituye el «Supremo Consejo Madre del Mundo» en 1801, y se redactan los 33 grados del Rito Escoces Antiguo y Aceptado, que a partir del cuarto grado de «Maestro Secreto», destacan explícitamente en su texto la importancia de la Qabbalah hebraica para la profundización de los conocimientos adquiridos en los tres primero Grados, o Grados «Azules».
Esta importancia de la Qabbalah es posteriormente reafirmada en la Masonería nada menos que por Alber Pike, quien fuera el Gran Comendador del Supremo Consejo del Sur en USA, después de la Guerra Civil, y así lo escribe en su obra muy conocida «Moral y Dogma».
Entonces, en Occidente, para los que no tienen la posibilidad de acceso a un Maestro cabalista judío, los Rituales masónicos que conservan simbolismos cabalísticos, permiten cierto conocimiento de esta forma de la Tradición Primordial constituida por la Qabbalah hebrea, lo que se puede valorizar dadas las circunstancias actuales de la Vía Iniciática en Occidente.
Referencias bibliográficas: René Guénon: Apreciaciones sobre la Iniciación.
-Alber Pike: Moral y Dogma.
-Robert Ambelain: El secreto masónico.
-La Torah.
-Cornelio Agrippa: Filosofía Oculta.
-Transmisión oral de los Maestros.