
sabiduría de Su Ciencia en la Tierra y con la inmensidad de Su Omnipotencia en el Cielo.
Has de saber que las estaciones de la certeza son nueve: el Arrepentimiento, tawba; la Renuncia, zuhd; la Perseverancia, sabr; el Agradecimiento, shukr; el Temor; jawf; la Satisfacción, rida; la Esperanza, raÿa; la Confianza Plena, tawakkul, y el Amor; mahabba.
Ninguna de estas estaciones es auténtica si no se prescinde del tadbîr y de la elección frente a Dios. El que se arrepiente de sus pecados, debe arrepentirse igualmente de mantener una determinación propia junto a Su Señor; pues la determinación y la elección forman parte de los pecados capitales del corazón. El arrepentimiento significa volverse hacia Dios mediante lo que Él quiere para ti.
Actuar según tu propio criterio, tadbîr, no puede satisfacerle porque es un delito de asociación a Su Señoría y una infidelidad al don de la razón[i], y Él detesta la infidelidad de Sus servidores. ¿Cómo puede considerarse auténtico el arrepentimiento de un servidor preocupado con su propia decisión en este mundo e indiferente a la perfecta atención de su Guardián?
La renuncia al mundo no es auténtica más que si uno se desprende de su propia decisión, porque a lo que debes renunciar; y en esto consiste la renuncia, es a tu propia decisión.
La renuncia puede ser de dos clases: renuncia exterior; que uno manifiesta, y renuncia interior; que se lleva consigo. La renuncia exterior se refiere a beneficios lícitos como alimentos, vestidos, etc.; la renuncia interior es la renuncia a todo poder y pretensión, lo cual implica la renuncia a la propia determinación.
La perseverancia y el agradecimiento auténticos también suponen desprendimiento del tadbîr. El que persevera evita lo que Dios no ama, y lo que Dios no ama es que tú pretendas tener capacidad de determinación frente a Él.
Hay diferentes categorías de perseverancia: una consiste en cumplir con las prohibiciones y las obligaciones, otra, en prescindir de tus propias decisiones y preferencias. También podría decirse que una es saber guardar las limitaciones de la naturaleza humana, y otra aceptar las condiciones inherentes a la servidumbre. Forma parte de la servidumbre desprenderse del tadbîr frente a Dios.
El agradecimiento auténtico tampoco es posible sin el abandono de la decisión propia porque, como dice Yunayd[ii], Dios tenga misericordia de él: “El agradecimiento consiste en no ser infiel a Dios a cambio de Sus mismos favores”.
Si no fuera por la razón, con la que Dios te ha distinguido al formarte y te ha concedido como modo de perfección, no podrías tener capacidad de decidir frente a Él. Ni los seres inanimados ni los animales irracionales pueden tener capacidad de decisión, por falta de capacidad mental que examine las consecuencias y los intereses.
El temor y la esperanza también se oponen. Cuando los envites del temor asaltan el corazón le impiden que aspires a tomar decisiones propias. Si la esperanza llena el corazón, lo regocija en Dios y lo ocupa totalmente en el Quehacer Divino, ¿cómo podría, entonces, afanarse por sus propias decisiones?
Ocurre lo mismo con la confianza plena. El que se remite a Dios se desprende de su gobierno y se apoya sólo en Él para todos sus asuntos y para toda decisión, sometiéndose al curso de los acontecimientos y decretos. La relación que hay entre la pérdida del tadbîr y las estaciones de la confianza plena y de la satisfacción es más evidente que en las demás estaciones.
El amor implica estar totalmente sumergido en el Bien Amado y abandonar toda voluntad propia junto a la Suya. Esta es la esencia de lo que buscamos. El amante no tiene determinación propia ni por un instante, el amor a Dios le tiene totalmente absorto. Por eso dicen algunos: “Quien haya gustado algo del verdadero amor de Dios se despreocupa de cualquier otra cosa”.
También está claro que la satisfacción no admite tampoco el tadbîr. La satisfacción consiste en contentarse de antemano con la decisión de Dios. ¿Cómo alguien con determinación propia va a estar satisfecho con Su Decreto? ¿No sabes que la satisfacción limpia el corazón de las turbulencias del tadbîr? El que está satisfecho con Dios siente que la luz de la satisfacción en el Decreto le llena de tal modo que no le queda voluntad posible frente a Dios. Al verdadero servidor le basta la excelencia de la elección de Su Señor. ¡Tenlo en cuenta!
[i] La razón es una gracia de Dios que debe utilizarse para servirle y acercarse a Él,
como se explicará más adelante
[ii] El imám Yunayd es una de las principales autoridades del sufismo. Vivió en
Bagdad entre los siglos IX y X.
Sobre el abandono de sí mismo, Ibn ‘Atâ’ Allah al‘Iskandari